Sergio Dávila, 53 años

Hace un año ya. Estábamos en la reunión de Consejo Técnico del proyecto DESCAES con apreciados colegas en el Hotel Fiesta Inn Aeropuerto. Habíamos sido advertidos que tendríamos un simulacro de temblor por lo que cuando sonaran las alertas deberíamos bajar (estábamos en el primer piso) para formarnos ordenadamente en el patio. Las alarmas nunca se escucharon, así que sólo llegó un empelado a decirnos "que ya". Realizamos el simulacro y nunca imaginamos lo que vendría unos minutos después.

A las 13:14 cuando estábamos por cerrar la reunión no hubo más alarma nuevamente que el movimiento del piso, por lo que volvimos a repetir las instrucciones y bajamos al patio. Todo fue diferente, esta vez sí gritamos, corrimos y nos empujamos. Esta vez los encargados de darnos indicaciones en el simulacro, fueron los primeros en necesitar atención por crisis nerviosa.

Lo que vino después, fue una mezcla de experiencias que aún no puedo asimilar: regresamos nerviosos al salón y dimos por concluida la reunión, nos fuimos al comedor del hotel y ahí poco a poco las imágenes en la televisión nos dieron cuenta de la magnitud del desastre. La imagen del puente vehicular dañado de la terminal 2 del aeropuerto nos hizo conscientes de que sería sumamente difícil regresar a SLP en el vuelo que teníamos para esa tarde pues ya se anunciaban suspendidas las operaciones. Pensamos en trasladarnos a la terminal de autobuses, pero la idea del tráfico, no nos convencía, por lo que pensamos en buscar otras opciones.

Y de pronto, alguien propuso una idea que podría parecer ingenua: 
-¿y si pedimos un UBER?
-pues sí, para que nos lleve a la central del norte
-no. para que nos lleve a SLP 
-cómo crees?, eso es imposible, para que un uber haga un viaje foráneo te tienes que poner de acuerdo con el conductor, etc. etc. 
-pues ya lo pedí...

El uber llegó unos minutos después en medio de la confusión que ya reinaba entonces en el hotel.
-a dónde los llevo?
-a San Luis Potosí, 
-chido, pero me dejan pasar a echar gasolina?
No hubo tarifa dinámica aún, no nos pidió gratificación. Tanta suerte no la podíamos creer, al grado que llegamos a desconfiar.

A nuestro paso al salir de la ciudad, íbamos viendo y dejando atrás el caos y el tráfico. Con asombro escuchábamos la radio y tratábamos de monitorear la suerte de nuestros colegas de CDMX, Guadalajara y Colima. A las 9 p.m. estábamos en SLP, antes incluso que las colegas de la propia CDMX.

Nada de esto hubiera sido posible si hubiéramos tomado la decisión 5 minutos después.

Alejandra Chacón